Bloqueos de rutas, concentraciones en tribunales, marchas y un gran cacerolazo nacional son las convocatorias para este ‘superlunes’ de protestas sociales en Chile, donde empieza la tercera semana de una crisis sin salida a la vista y que desgasta al gobierno de Sebastián Piñera.
‘Esto aún no termina’, dicen los llamados en redes sociales para este lunes en Chile, uno de los países más estables de América Latina hasta el 18 de octubre, cuando un estallido social sin precedentes desde el retorno a la democracia en 1990, sorprendió a un poder político que todavía no vislumbra cómo controlar la crisis.
La rabia en la calle
Que ha dejado 20 muertos, es en contra de un Estado ausente en educación, salud y pensiones dentro de un modelo económico de libre mercado, donde una minoría controla la riqueza del país.
De esta manera se han multiplicado las voces de izquierdas y derechas que piden cambiar la Constitución, una herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
El presidente Piñera, que tuvo que cancelar la organización de la APEC y la cumbre de clima de la ONU COP-25 previstas para este mes, afirma que prefiere antes que nada “un diálogo amplio”.
Sin embargo, paga con una caída estrepitosa de popularidad sus errores y tropiezos en la gestión de la crisis desde el primer viernes de protestas violentas, que percibió como un tema de desorden público.
Fin de semana frenético
Con saqueos a supermercados, incendios de infraestructuras y desmanes, decretó el estado de emergencia, sacó a los militares a las calles e impuso un toque de queda, todas medidas que se pensaban sepultadas desde la época de mano dura de Pinochet.
Según una encuesta de Cadem, divulgada el domingo, un 87% está a favor de que se cambie la actual Constitución.
La crisis arrastra la popularidad del mandatario
Con 13% de aprobación, según el estudio de Cadem, es el jefe de Estado con las cifras más bajas desde el regreso a la democracia en Chile.
La guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz 1992, está en el país para conocer los detalles del Instituto Nacional de Derechos Humanos sobre los muertos durante las protestas y las 179 denuncias interpuestas ante la justicia por casos de maltratos, torturas y abusos sexuales sufridos por manifestantes.
Esta crisis empezó con una protesta de estudiantes que llamaron a evadir el metro de Santiago en reclamo al aumento de tarifas, y luego destapó un profundo descontento de las clases trabajadora y media, que ven sus expectativas incumplidas en un sistema que promueve el endeudamiento para salir adelante.
Hasta ahora se trata de un movimiento heterogéneo, sin banderas políticas y sin liderazgo identificable.